Qué bonito es meditar. Y qué más bonito es cuando se hace sin reglas ni normas al respecto.
Yo pienso que la meditación es algo inherente al ser humano. Todo sabemos hacerlo. Nos viene de serie, aunque no lo usemos casi nunca. Por lo tanto, también creo que la mejor forma de meditar para cada persona es un asunto individual al que se accede mediante la experimentación y la necesidad del individuo, contexto y momento dado.
Esto no quiere decir que uno no pueda interesarse por diferentes escuelas y métodos, por supuesto, me parece hasta interesante, pero sin llenarse el corazón de normas y reglas, como he dicho antes.
Creo que no hay una forma errónea de meditar. Que todo es experimentación útil; entrenamiento. Y ahí debes estar tranquilo y confiado, sabiendo que estás extrayendo de la meditación justo lo que necesitas.
No hay tiempo mínimo, ni máximo. Ni niveles. Si después de la meditación estás más tranquilo, más en paz, más sosegado y has conseguido acallar un poco más ese ruido mental puedes darte por experto ante tus propios ojos. Eso de “hey que yo medito 7 hora seguidas” puede ser genial o una puta mierda (o una puta mentira directamente). Olvídate. Yo he tenido sesiones largas que parecían apenas unos minutos y otras renovadoras de apenas 10 minutos que parecieron horas. El tiempo no es importante aquí. En mi opinión… ahí dentro tan siquiera hay tiempo…
No hay más. Piénsalo.
Sigue. Vale la pena.
FUERZA Y PAZ.
Joan Gallardo.
Vaya si he leído. La primera vez que leí algo al respecto fue (como no podía ser de otra manera) por Carl Gustav Jung, que además acuñó personalmente dicho término para referirse a «la simultaneidad de dos sucesos vinculados por el sentido pero de manera acausal». Vamos: una coincidencia en el tiempo de dos o más sucesos relacionados entre sí pero sin que medie una causa para que esto así se dé.
Quizá ponerse a saco con Jung pueda ser demasiado fuerte de entrada para algunos, y como lo que yo deseo es acercaros “dulcemente” cosas interesantes, os recomiendo hoy una lectura del Dr. Bernard D. Beitman en su alucinante libro “Coincidencias. Cómo sacarle partido a la sincronicidad”.
De hecho el propio libro llegó a mí de forma semi-sincrónica (no fue una sincronicidad total, como comprendes una vez lees el libro, pero ya se le acercó bastante). Me lo regaló un cliente para mi cumpleaños y lo extraño es que yo jamás le había mencionado nada del tema ni había escrito sobre ello en ninguna publicación antes. Él mismo no tenía intención de comprarme nada pero al entrar en una herboristería cualquiera para comprar pan se cruzó con el libro y sintió el impulso de regalármelo. La tarde previa a la fiesta de cumpleaños yo andaba mirando una entrevista a Jung por youtube donde hablaba él de estos temas y mi fascinación se acumulaba en mi brutalmente. Un rato después, cuando recibí el libro y vi el título le dije a mi querido cliente: “joder, ¡esto es en sí una sincronicidad brutal! Justo hace un rato estaba mirando a Jung hablar sobre esto…”
Fue semi-sincrónica porque tiempo después descubrí que este mismo cliente, en su juventud, había sido un ávido lector de Carlos Castaneda, entre otros autores de estilo parecido. Yo mismo siempre tengo a la vista libros de Jung en mi despacho (en el cual mi cliente ya había estado antes) y siendo él lector habitual, seguramente, aunque fuese de forma inconsciente, ya se habría fijado en ellos.
Es lo que más me gusta del libro, que cree en las sincronicidades pero pone en duda que sean tan frecuentes como nos pensamos y nos invita a analizar objetivamente si estamos ante una… o no.
Os dejo un enlace directo para que os compréis esta joya, porque vale mucho la pena:
Espero que os guste y ayude a comprender algunas cosas nuevas.
FUERZA Y PAZ.
Se nota que la tienes baja sí. ¿Qué es eso de “más guapa que yo”? Pues mejor si es más guapa que tú (si es que se puede aceptar tal premisa) ¿no?
Ahora bien, creo que no puedes partir desde un lugar peor para empezar una historia romántica con alguien. Te prometo que nadie (en su sano juicio) quiere tener que tirar de alguien que se siente inferior y tampoco es plato de buen gusto tener por pareja (de entrada, otra cosa es la vida después, que puede ser larga y brutalmente cíclica) a alguien con la autoestima por los suelos.
¿No crees que lo bonito es que dos personas completas vivan y compartan juntos sus respectivos estados?
Y yo te pregunto: ¿Crees realmente que puedes ofrecerle algo verdaderamente importante desde este punto?
Piensa sobre esto. Saca tus propias (y positivas) conclusiones al respecto. Yo me prohibiría pensar que soy inferior a alguien en este planeta, para empezar. Y eso de “Más guapa que yo” tampoco tiene demasiado sentido. Una mujer guapa para mí puede no serlo en absoluto para mi vecino y viceversa. No te metas en planteamientos mentales imposibles que no aportan nada. Son absurdos POR IRRELEVANTES.
Ocúpate de ti querido. Elévate antes de subirte a tren alguno o lo más probable es que pronto lo veas descarrilar.
Lo primero es lo primero.
FUERZA Y PAZ.
Joan Gallardo.
Buena pregunta.
Es fácil contestarla complicando la explicación. Difícil si lo que quiere uno es ponerla fácil. Voy a intentar hacer lo segundo. Vamos allá.
Para mí, ser positivo (algo que considero que soy yo) es pensar que las cosas pueden ir mal (o no) pero que, de alguna forma, sabrás sacar una lectura positiva de los acontecimientos para así salir reforzado de algún modo.
Ser optimista (algo que no me considero) es esperar que las cosas vayan bien, aunque en algún momento vayan mal.
No he encontrado mucho apoyo en esta definición en mis figuras filosóficas de referencia, pero la filosofía es en gran parte esto: filosofar libre y personalmente. También porque durante muchísimo tiempo se han confundido ambos términos o se han usado directamente como semi-sinónimos.
Os pongo uno de mis habituales y sencillos ejemplos:
Optimista: “Mira, quería salir a correr pero está lloviendo, seguro que en algún momento se para y puedo salir”.
Positivista: “Mira, quería salir a correr pero está lloviendo, puede que sea así todo el día… o toda la semana. Voy a aprovechar para terminar de leer el libro en casa entonces. O mejor… me pongo el chubasquero y voy a correr bajo la lluvia, que también puede estar bien”.
Digamos que el optimista vive de la expectativa, de la esperanza o incluso de sus predicciones. Espera que pase algo. El positivo no espera que pase nada en concreto. Acepta lo que no puede controlar pero controla lo que puede: su perspectiva, su iniciativa, su visión. De hecho, así como lo escribo ahora, veo muchas similitudes con la doctrina estoica.
Un optimista puede derrumbarse si la mala racha se alarga demasiado o puede verse “obligado” a redoblar esfuerzos en espera de mejores momentos o situaciones . Un positivista navega bien sobre la mierda. Es capaz de hacerte un jarrón con ella. O una vajilla entera.
Vale la pena pensarlo un rato. Espero haberlo puesto fácil.
FUERZA Y PAZ.
Joan Gallardo.
Porque en algún momento nos han enseñado que quererse es egoísta. Que ser egoísta está mal y, por lo tanto, quererse está mal.
Más bien cuando somos niños recibimos un mensaje del tipo “pórtate bien, sé bueno con los demás, todo el mundo te querrá y tú te sentirás feliz así”. El problema de este punto es que es directamente falso, qué cojones. Falso, frágil y… EGOÍSTA. Toma ironía.
Las personas que yo he podido observar que atienden a esta conducta (y no son pocas, más bien son muchísimas) están siempre esperando su recompensa. Porque, joder, su felicidad depende de la reacción de las otras personas ante sus actos.
Es más, siempre necesitan de más personas para poder asegurarse su felicidad. De modo que, si por lo que sea, estos individuos se quedan solos durante algún tiempo lo pasan realmente mal porque no pueden ser felices si no hay más personas a las que tratar bien y recibir así su cariño, su amor, su atención y consecuentemente su dosis de felicidad.
Estas personas suelen adaptarse a las necesidades de los otros olvidándose frecuentemente de sus propias necesidades. “¡Mi necesidad es ser feliz! Y para ser feliz debo atender las necesidades de los demás. Así me darán lo que necesito para poder ser feliz y cubrir mi necesidad primordial”, es un pensamiento brutalmente habitual, lo cual no quita que sea una puta locura. Un mala broma de dependencia y necesidad.
Por no hablar del miedo constante a no dar la talla. A no saber agradar a los demás. A no saber colmar sus necesidades y… sobre todo… a no recibir exactamente la reacción que ellos suponen que deben recibir en justicia.
Como ya ves, es un mercadeo de acciones y recompensas. De necesidades, ofrecimientos y expectativas.
Y, cómo no, es un terreno acojonantemente fértil para sembrar mucha infelicidad.
Tu pregunta no hace más que reflejar esto que acabo de escribir. Es jodido quererse porque: en primer lugar nos han enseñado que no está bien; y en segundo lugar, porque hay mucha gente alrededor operando de la forma contraria. Así, muchos de aquellos que consideren que estás equivocada en tu forma de hacer (queriéndote a ti misma primero) te lo harán saber, te reprenderán y puede que hasta te ataquen.
Así que no esperes mucho apoyo, tampoco lo desees ni lo necesites. Éste es un camino que se empieza en soledad y silencio.
Te llamarán egoísta. Justo lo que suelen hacer los egoístas.
Espero que seas fuerte para seguir con tu plan. Es el bueno.
Fuerza y paz.
Joan Gallardo.
Pues no cambies. Pero si cambias, que sepas que esto es lo que hay.
¿Te violenta dices? Vaya, por lo visto no has previsto la violencia que aceptas al no cambiar. Sobre todo la autoviolencia. Vivir por debajo de tu potencial es autoviolencia. Vivir infeliz es violencia, contigo y encima también con los demás. La amargura es autoviolencia. La rabia es autoviolencia. El rencor, la ansiedad, la neurosis, la frustración, vivir una vida vacía, la no comprensión, el caos interior… todo esto es violencia y autoviolencia.
Espero que seas valiente para dar el paso y fuerte para aceptar sus consecuencias.
Para derribar un edificio mal construido hay que hacer un poco de ruido y escombros. Poner dinamita. Un detonador. Todo tiene un precio. Y cambiar, también lo tiene. Siempre vale la pena, aunque a algunos eso no les convenza.
PAZ.
Joan Gallardo.
Tiene sentido sentirse bien cuando no perdonas… pero será temporalmente. No tengas dudas al respecto.
Durante un tiempo sentirás que no puedes perdonar. Incluso llegarás a sentir cierto gusto morboso. Es normal. Es la primera fase, y así debe ser. Respeta los tiempos. Si te saltas alguna de estas fases lo más seguro es que tu perdón sea falso o que no consiga los efectos que el verdadero perdón otorga.
¿Sabes? Por muy bien que te sientas ahora debes saber que cuando odias y no perdonas en tu interior se gesta una suerte de gripe del alma. Un día no podrás contenerla más y todos los síntomas aparecerán. Te dolerá. Te quemará tanto esa fiebre que el mágico momento del perdón te parecerá obvio y natural.
Tu momento con el perdón llegará. Intenta llevar tu rencor en soledad y silencio. No dañes a nadie. Odia si tienes que odiar. Aquí no hay “debería” ni “tendría” que valgan.
Los individuos que mejor ejercen y entienden hoy el perdón son aquellos que, tiempo atrás, ejercían de guerreros del rencor y el odio. No comprendes la importancia de una preciosa primavera sin la crudeza de un frío invierno.
Ya me cuentas cuando te veas ahí.
FUERZA Y PAZ.
Joan Gallardo.
Hola amigo.
No haré un análisis económico porque sobreentiendo que no me estás preguntando eso y, sobre todo, porque ya hay cientos en la red de mejores que el que yo podría hacer por gente mucho más capacitada que yo. De modo que voy a daros algunos motivos alternativos, de esos llamados intangibles, para que podáis apoyar vuestra decisión al respecto con otras herramientas.
Antes, decir que no creo que ir de alquiler sea tirar el dinero. Pagas por vivir en un inmueble. No hay (por norma) lugares donde poder hacer eso gratis así que, si no puedes acceder a una hipoteca, tienes que pagar para vivir en un piso o casa en forma de alquiler. Punto. Por esa regla de tres, comprar un coche es tirar el dinero, comprar ropa es tirar el dinero y comprar un smartphone también es tirar el dinero.
Al contratar una hipoteca también pagarás un montón de intereses por ello a lo largo del tiempo. El dicho de que “pagas dos casas cuando compras una” es bastante cierto si lo haces al método convencional y habitual (no amortizar ni adelantar nada).
Pero, pensemos en otras cosas, que es de lo que yo iba a hablar. Hoy en día el pago mensual de un alquiler puede superar la cuota mensual de una hipoteca media, y con creces. Así que parece que es un buen momento para contratar una hipoteca. Pero… pero, ¿es una decisión que debe tomarse exclusivamente con la calculadora en la mano? Yo pienso que no. Los humanos no se rigen por las matemáticas, tan siquiera por la lógica.
Imaginemos la típica situación (más bien la de hace 15 o 20 años, pero nos sirve para el caso) donde una pareja joven contrata una hipoteca a 30 años. Visto lo visto y con la estadística de nuestro lado, es bastante probable que se acaben separando. En estos momentos en España el porcentaje supera el 50% de divorcios entre uniones matrimoniales, concretamente el 61%. ¿Qué pasa después con ese inmueble? Muchas cosas, ninguna amable. Puede quedarse la casa la mujer hasta que los hijos (si es que los hay) se emancipen, uno de los dos puede negarse a vender o alquilar a terceros (o a la ex-pareja) el inmueble o incluso se puede dar la circunstancia de que uno de los dos no quiera pagar más las letras correspondientes. Si vivieran de alquiler el trámite es mucho menos traumático. Dejan el inmueble y cada uno que se busque la vida. Hay casos donde esto se puede alargar más si hay buenos abogados tocapelotas de por medio pero no es habitual.
Otro escenario bastante feo se encuentra cuando tus ingresos (durante los años que estés hipotecado) se ven reducidos o extinguidos por los motivos que sean (despido, enfermedad, incapacidad, quiebra de la propia empresa). Puede, y suele, suceder que además la cuota mensual haya subido mientras una de esas dos cosas pasan. Ahí tienes un problema de tres pares de pelotas, porque no puedes devolver el inmueble. Entonces tienes que ampliar el plazo de la hipoteca (si quieren) o puede que te embarguen y ni aún así te liberas de la carga de una enorme deuda. Si vas de alquiler y supongamos que pagas 1000 euros por una casa y el día de mañana no te lo puedes permitir sólo tienes que mudarte a algo más barato (si lo encuentras, y si no, marchas a otra localidad más barata) para liquidar el problema.
También vale la pena pensar en cómo un alquiler te protege de las subidas de precios por vivir en un inmueble. Me pongo de ejemplo: hace unos 6 años vivía en una preciosa planta baja con jardín en un pueblo cercano a Manacor y pagaba 650€ de alquiler. Si hubiese propuesto un alquiler largo (10 años, por ejemplo), ahora mismo estaría pagando 700€ menos cada mes, pues esa misma casa en las mismas condiciones se alquila ahora sin problemas por 1350€ al mes. ¿Tiene que ser bonito ver cómo todo sube menos lo tuyo eh?
No digo que contratar una hipoteca sea una idiotez, porque bajo ciertas circunstancias es ideal, pero creo que en la mayoría de casos no se dan dichas circunstancias.
¿Bajo qué condiciones contrataría yo una hipoteca? En primer lugar, teniendo bastante dinero ahorrado. En segundo lugar, habiendo encontrado un inmueble revalorizable bajo precio de mercado. En tercer lugar, con tipo fijo. En cuarto lugar, si puedo costearla solo. En quinto lugar, si me veo con capacidad para amortizar y liquidar la hipoteca mucho antes del fin del plazo pre-establecido (una hipoteca a 30 años puede pagarse íntegra en la mitad de tiempo a base de una buena estrategia de ahorro y adelanto del pago de la misma, poco a poco).
Si no se dan todas estas circunstancias yo no contrataría una hipoteca. La otra opción es esperar a recibir tu parte de la herencia familiar (si es que la hay) y hacer una buena jugada con eso.
No me enrollo más. Me queda mucho por decir al respecto. Podríamos hablar de las estrategias de compra-venta o compra-alquiler de bienes raíces pero no lo haremos hoy. Hoy quería ofreceros una visión más humana sobre este tipo de operaciones económicas. Y creo que es necesario, porque de una mala decisión en este sector puedes ver tu vida seriamente comprometida y complicada.
Espero haberte servido de algo.
FUERZA Y PAZ.
Joan Gallardo.
No. Eres humana. Con todo lo que esto conlleva.
Somos estacionarios emocionales. Necesitamos nuestros tempos. Nuestros momentos ideales. Y ahora estás en pleno invierno. En medio febrero o por ahí.
Yo también deseé que aquellos que me habían jodido recibieran su merecido. Que la vida los castigara. Que les diera lo suyo, pero “muy mucho”.
Pero con un poco de tiempo, y prestando atención, te darás cuenta de que el invierno pasa para dar lugar a una suerte de pre-primavera. Ahí, serás capaz de renunciar a ello poco a poco y llegarás a un punto de indiferencia del tipo “que no les vaya bien ni mal, me la pela”.
Si eres de esas que desea despertar de esta parodia de Matrix que llamamos “vida en el Siglo XXI” no te quedarás en este punto y esperarás a ver qué pasa con todo esto en pleno verano. Que es donde deberías querer llegar, por cierto.
En pleno verano espiritual desearás (por muy increíble que te parezca hoy) que a esos que antes les deseabas la ruina les vaya muy bien la vida. Porque no quieres para los demás más que cosas buenas y porque, de este modo, dichas personas tendrán la oportunidad de ver la vida con otros ojos, sentir que tienen una oportunidad de redimirse, reconciliarse con la vida y las otras personas y así abandonar por fin ese papel de villano que se dedica a joder la vida de los otros.
Imagino que no te crees que esto sea posible. Yo tampoco lo creía. Pero hoy, y desde hace mucho, sólo deseo que a aquellos que me quisieron joder en su momento les vaya la vida muy bien. Sólo así saldremos todos ganando. Todos.
Piénsalo.
Fuerza y paz.
Joan Gallardo.
¿Qué más da?
Al final la única forma de perder peso de una forma sostenible y duradera en el tiempo es hacerlo con un cambio de conductas, tanto físicas como mentales, que van unidas a una mejora prácticamente inevitable de la salud. De modo que, si alguien quiere perder peso, AUNQUE SEA POR ESTÉTICA, acabará presentando una mejor salud finalmente.
Igualmente, si alguien quiere perder peso solamente para dar por culo a su ex pareja también acabará presentando, a la larga, una mejor salud.
¿Qué más da la primera chispa? Por mi experiencia, la motivaciones para empezar son de lo más variopintas, pero pasado un tiempo dichas motivaciones pasan a segundo plano, prácticamente siempre e incluso llegan a olvidarse.
¿Que deberían ser otras idealmente? Pues sí, claro. Pero hablamos de personas, seres humanos. Imperfectos, como todos.
No tiene tanta importancia que alguien use un motivo imperfecto para lograr una mejoría obvia en sus parámetros de salud.
Imaginemos que alguien deja de fumar porque se ha apostado su coche con un amigo. ¿Importa eso algo? Si deja de fumar, ¿qué más da? Piénsalo.